miércoles, 26 de enero de 2011

DESMONTANDO A HARRY, DON, EDWARD....

Por una vez vámos a quitárselo todo, y no penséis mal ( o sí, pensad mal ), y vamos a despojarles de sus impecables y rectilíneos trajes de oscura franela, sus impolutas camisas blancas de doble puño y sus gemelos caerán al suelo con un titntineo.



Y por una vez los veremos sin estar engominda y perfectamente peinados, aunque a uno de ellos ya lo hemos visto desmelenarse demasiadas veces..




Los sacaremos de sus despachos oscuros, en los que confieso que cometería actos oscuros, y abriremos las ventanas para que entre bien el aire y poder verlos por una vez sin esa cortina de humo que los rodea, y obedeciendo a la ley, apagaremos sus inseparables cigarrillos,  me pregunto si se pondrán nerviosos al no tener nada en las manos y me pregunto si se pondrán nerviosos  al no tener nada entre manos.



Esconderemos sus parker, sus máquinas de escribir y sus gastadas moleskine. Por cortesía de la casa les regalaremos unos de esos aparatos a los que seguro que llamarían trastos inútiles: Ipad, Iphnoe, Galaxy, bla bla bla...




Tiraremos al suelo ese vaso de whisky que alguna vez está medio lleno y demasiadas medio vacío, no solo el cristal puede quedar hecho añicos.
Apagaremos los viejos transistores, romperemos todos los vinilos y por mucho que nos pese, dejarán de sonar los deliciosos temas de Chet Baker de fondo.




 Con mucho gusto aflojaremos los nudos de sus corbatas, abriremos un par de botones de sus camisas, prepararmos una deliciosa merienda en una cesta de mimbre y los sacaremos de Manhattan por una horas, o por unas décadas.


Como broche de oro y si no es mucho pedir, pondremos una sincera y despreocupada sonrisa en sus habitualmente serios semblantes, y por una vez seremos nosotras quienes les saquemos los colores...


sábado, 4 de diciembre de 2010

UNA DE ESAS MUJERES...

A veces hay chicas, mujeres, cuya belleza es abrumadora, su elegancia aplastante y su inteligencia enmudecedora.


Pueden ser inocentes o malvadas niñas, malvadas o inocentes mujeres, femme fatale o enfant terrible.
Una de ellas es Natalie Portman, una de las actrices más versátiles del panorama cinematográfico actual.

Pudo ser letal siendo niña y pudo ser una niña derrochando elegancia a cada contoneo alrededor de una fria barra de striper.
Consiguió desprenderse airosa de su traje de Amidala, nos hizo llorar hasta perder la cabeza en una torre blanca y nos enamoramos junto a ella de una máscara de porcelana...

El premio, llevar ese pequeño vestido negro por el que todas mataríamos, y con el que solo querríamos vernos reflejadas en un escaparáte con sabor a cafe y croissant.

El resultado, lucir deslumbrante, perfecta, impecable, sin ser eclipsada por la cegadora luz de nuestro venerado cliché Hepburn. Haciendo exclamar un: ¡Si señor ! o en este caso sería más apropiado un : ¡Oh my god!
 
He de confesar que compartiría con ella una habitación en Roma antes que con muchos otros...porque ella es una de esas chicas, niñas, mujeres, cuya belleza es abrumadora, su elegancia aplastante y su inteligencia enmudecedora.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

UNA DE ESAS PELÍCULAS...



No entiendo mucho de cine, y estoy en uno de esos momentos en los que me apetece ver una peli cada día, necesito nuevos ingredientes para mis sueños...

Un compañero de trabajo, que es como imdb, me recomendó una de esas películas con la que me prometió: "llorarás de felicidad", que buena definición... llorarás de felicidad, no de pena, ni de angustia, ni siquiera de risa...felicidad.

El título: An affair to remember o Tu y yo in spanish.


Después de pasarme todo el verano acompañada de Hugh, Rene, Colin, la lluvia, y el Big Ben, era reticente a cruzar el charco y abandonar mi adorado acento inglés.

Pero nada más dar al play, el color, la música, las voces, los diálogos y el hoyuelo en la barbilla de Cary Grant, me recordaron que en otra época viví enamorada de Audrey, Nueva York y Givenchy.

Entonces empecé a disfrutar cada fotograma, cada frase y cada costura de los vestidos de Deborah Kerr. A disfrutar de cada ingrediente imprescindible para esas películas románticas que te tienen en vilo hasta su totalmente previsible final, cada ingrediente que formaría parte de la receta para mis sueños del resto de la semana, del mes o de mi vida...




Soñar con un maravilloso crucero a través del mediterraneo en el que conoces a un hombre tremendamente atractivo, sorprendentemente elocuente y divertido y, ¿por qué no? forrado.

Y que bajo un perfectamente planeado disfraz de recatada y perfecta esposa que no puede besar a un desconocido, pides a gritos que te bese sobre la cubierta de ese barco cubierto de estrellas.

Y que tras solo una edulcorada semana sabes que es el hombre de tu vida, que el nudo que tienes en el estómago no tiene nada que ver con el riesgo de tener una aventura.

Y que te empeñas en jugar a David y Goliath contra tu lógica convenciéndote de que este sentimiento durará siempre y que merecerá la pena dejarlo todo por él.

Dejar a tu rematadamente guapo y rico prometido, dejar ese ático con vistas que dejan sin respiración, y dejar de cargar tus maravillosos vestidos a su cuenta.

Porque el hombre con el que suspiras, no necesita tener nada para dártelo todo, porque, como dice la canción de Amaral, tu corazón no lo compra el dinero, quieres palmas que acompañen a tu alma.

Y si no dejo de soñar ya, empezaré a flirtear seriamente con la idea de entrar en la web de Iberia, y acudir puntual mi cita en el segundo piso del Empire State Building.

Y si no dejo de escribir ya, querré morir mañana, a las siete, cuando suene mi despertador...
y me costará un horror levantarme, pero empezaré el día en una nube, gracias a haber imaginado, haber soñado y haber llorado de felicidad.



lunes, 15 de noviembre de 2010

MAD ABOUT THE MEN


Estoy loca por estos hombres, y se que es vergonzoso pero, he de confesar que me han robado el sueño más de una noche.




En la pantalla, derriten mi corazón a cada escena, aunque soy totalmente consciente de las señales que desvelan lo canallas que pueden llegar a ser.



Dios sabe que no soy tonta, que no debería prestar atención, y Dios sabe que ya no soy una colegiala cegada por su primer romance.




¿Alguna vez me cansaré? De esta mezcla de miserias y alegrías que hacen que me sienta alocada y joven otra vez, todo, porque estoy loca por estos hombres.



Si pudiera utilizar un truco de magia, para destruir este sueño que me duele y me encadena... pero no puedo, porque estoy loca, por estos hombres...